lunes, junio 23, 2008

The José’s González Experience

O una terapia de Folk and Roll



Cuando me enteré de que José González vendría a la ciudad me causó emoción, pues “Down the line” tenía un rato dándome vueltas en la cabeza. Pero el saber que Ximena Sariñana le abriría fue el verdadero motor de que fuera al recital. No pude asistir a su presentación en el Lunario del Auditorio Nacional, por lo que el evento sería como matar dos pájaros de un tiro.
La cita fue el sábado a las nueve de la noche, en el Pabellón de Alta Tecnología, al sur de la ciudad. El lugar es pequeño pero acogedor. Se tiene una buena visión del escenario de prácticamente cualquier punto, además de una excelente acústica.
Ximena salió aproximadamente a las nueve y media. El recinto no llegaba ni a la mitad de su capacidad, cosa que agradecí, previendo que el sector intolerante del público prefiriera llegar más tarde, y así poder disfrutar de la Xime sin problemas.


Pese a fallas técnicas mínimas, Ximena demostró, por lo menos al que esto escribe, que el tono y potencia de su voz son puros, sin efectismos de pos producción. Su set, de aproximadamente ocho canciones, estuvo plagado de sentimiento, ad hoc con el contenido de sus letras. Era predecible que cerraría con “Vidas paralelas”, pero me sorprendió que, durante el feeling con el que concluía la canción, lo fue mezclando sutilmente para iniciar, a capella, “Las Huellas”. Fue un momento que me erizó la piel. Ahí terminó su participación. Sólo le falto “No vuelvo más”, quizás en venganza por haberle fallado en el Lunario.
José salió media hora después. Sentado en una silla común de oficina, no necesitó más en el escenario que su voz, su guitarra y su zapato para conmover a los asistentes. Abrió con “How Low”, para proseguir en medio de acordes sencillos y minimalistas por su música onírica. No importaba qué pieza tocaba, el único interés del público estaba sobre el escenario, en lo que el artista nos compartía. En cómo iniciaba sus canciones, afinando su guitarra, trabajando uno o dos acordes, y cargando de sentimiento su interpretación. El ritmo que llevaba con su zapato podía escucharse en cualquier rincón, de hecho, descubrí más de una vez que el suyo y el mío llevaban el mismo compás.
Sería muy arriesgado hablar de alguna pieza que sobresaliera de las demás. Pero en particular me llamó la atención la transformación que le hizo a “Down the line”, con un beat más rápido, y sus reinterpretaciones de “Teardrop” de Massive Attack, y “Love Will Tear Us Apart”, de Joy Division, antes del encore y al cierre del concierto, respectivamente.



Resultó formidable que los ahí presentes nos dedicáramos a escuchar, sin protagonismos, sin aullidos desmedidos al oír la palabra “México”, mismo que el buen José tuvo a bien no usar. Fue un concierto intimo. Uno de los mejores a los que he asistido.


Fotos cortesía de tono.tv

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